Comenzar terapia de pareja necesariamente implica separarse. ¡Pero no se alarmen! Implica separarse de la palabra del otro, formalizar en el espacio de análisis lo que es propio de cada uno.
Se inicia con la pregunta: ¿Cuál es el problema?, y luego, ¿cuál es el problema según cada uno?
Dos discursos, dos historias. ¿qué los empareja? ¿hablan de lo mismo? ¿hablan los dos?
Habitualmente las parejas se presentan librando la batalla de la confrontación y debatiendo quién tiene la razón, buscando quien arbitre, reconozca y sancione. Uno es espejo del otro. En un mismo nivel, ¿quién puede tener la última palabra?
Opuestos (e iguales) están muy atentos a lo que dice el otro, se necesitan, se convocan a pelear. En una pelea se requiere de dos personas que estén dispuestas a subirse al ring…
¿Solo el conflicto es lo que los une? ¿Qué más los puede unir? Si están dispuestos a transitar estas preguntas y otras que puedan surgir, los invitamos a atravesar una terapia en la cual encuentren mejores modos para relacionarse.