Dos discursos, dos historias. ¿Qué los empareja? ¿hablan de lo mismo? ¿hablan los dos?
Comenzar terapia de pareja necesariamente implica separarse. ¡Pero no se alarmen! Implica separarse de la palabra del otro, formalizar en el espacio de análisis lo que es propio de cada uno.
Se empieza con la pregunta: ¿Cuál es el problema?, y luego, ¿cuál es el problema según cada uno?
Habitualmente se presentan librando la batalla de la confrontación y debatiendo quién tiene la razón, buscando quien arbitre, reconozca y sancione. Uno es espejo del otro. En un mismo nivel, ¿Quién puede tener la última palabra?
Opuestos (e iguales) están muy atentos a lo que dice el otro, se necesitan, se convocan a pelear. Recordemos que para que haya lugar para una pelea se requiere de dos personas que estén dispuestas a subirse al ring.
Acaso, ¿quieren solucionar el problema?
Si el conflicto es lo que los une, eliminarlo provoca la pregunta: ¿Qué más los puede unir? ¿Qué comparten?
Encontrarse con esa pregunta hace revisar cuál es el lazo que mantienen, qué repiten una y otra vez. Tengamos en cuenta que los problemas cumplen un propósito, están allí por algo, tienen un fin y un ciclo de repetición que las parejas ya conocen, uno comienza una pelea, el otro la reconoce como tal y responde (“se engancha”), luego se genera el conflicto hasta la aparente resolución para en un tiempo determinado estar listos para la próxima batalla.
La secuencia repetitiva está caracterizada en las relaciones que se tornan violentas como “Ciclo de violencia”, con tres etapas diferenciadas: elaboración de la tensión, explosión de la violencia y agresión, y el tiempo de calma o reconciliación, también llamada luna de miel.
Este ciclo puede ayudarnos a pensar las repeticiones en general, sin perder de vista el caso por caso ya que no todas las parejas son iguales y en el consultorio se trabaja con la singularidad y las posibilidades de cada sujeto.
Volvamos entonces a esta idea, si el conflicto cumple un propósito y en ocasiones sostiene el lazo en una relación de pareja, ¿Qué tan dispuestas están las personas para armar otro tipo de unión?, y podemos aventurarnos un poco más, acaso ¿se trata de un lazo de amor? Se las dejo para reflexionar.
Algunas parejas descubren que en ausencia de la confrontación les falta algo, les sobra otro tanto. El quid de la cuestión: el conflicto o problema surge por aburrimiento. Es un entretenimiento guionado que sustituye los silencios, los vacíos, los momentos incómodos, las angustias y las preguntas, ninguno de los dos en los tiempos de confrontación tiene que ponerse a pensar ¿Qué quiero hacer con el otro?, incluso más, ¿Qué quiero hacer para mí? Se suprime y se posterga en pos de la pelea. Angustia no encontrar solución, pero lo curioso es que hacen lo posible hasta generarse un nuevo conflicto, ¿será que se divierten de esta manera?
Es por este motivo, la diversión, y aclaro que estoy siendo irónica, porque en verdad la pasan mal y cuesta bastante trabajo desarticular algo tan bien logrado. No es sencillo restar goce, es decir, satisfacción en el dolor. Es por ello que para comenzar un análisis deben estar comprometidas las dos personas.
Lo interesante es que el tratamiento analítico puede funcionar como un nuevo modo de armar lazo, si antes ese lugar lo ocupaba el problema, ahora lo puede suplir el interés por encontrar una solución, por develar el enigma sobre “¿Por qué peleamos?”
Por último, si los problemas son de a dos pero es a la manera en que cada uno se implica en ellos, las soluciones pueden tener efectos en las parejas y también son a la manera de cada uno. No hay “solución emparejada” al estilo “vos hacé tu parte, yo hago la mía”, no. No funciona así. Si la tendencia es provocarse un conflicto, llega ese momento en que uno de los dos intentará poner nuevamente en falta al otro, “estás haciendo mal”, “así no es”, “así no vamos a llegar a nada”.
Animarse y atravesar estas preguntas en análisis ya son parte de la solución: ¿Cuál es la finalidad del conflicto? ¿Qué lugar ocupa entre dos personas? ¿Qué se repite en cada ciclo? ¿Qué se demandan?
En la terapia de pareja se trata del compromiso de dos personas en querer buscar y producir un nuevo saber, crear posibilidades, implicarse en encontrar soluciones, sin esperar que mágicamente sea el otro quien haga cambios o que el problema simplemente desaparezca. En definitiva la pareja demanda que desaparezca el conflicto, lo que puede devenir en la desaparición del vínculo que los une y crear un nuevo.
Si el problema es lo que los une y no aquello que los separa, desembarazarse del problema los hará encontrar con su singularidad como sujetos. Singularidad que los hace necesariamente preguntarse por su deseo.