Registra que lo que acontece equivale a un vaso de agua, diminuto, minúsculo al que sin embargo le atribuye un valor importante.
Los recursos con los que cuenta son insuficientes y no le permiten acceder a un modo de sobrellevar la situación. Se siente agobiado.
Ante lo que le sucede encuentra esta respuesta. ¿Qué pregunta no se estará haciendo? ¿Qué palabras no puede pronunciar?
Es puro síntoma, por eso el cuerpo habla y ella lo siente.
De esta manera, corta la posibilidad de hablar, ahoga las palabras.
Imaginemos que alguien está hablando y de repente se ahoga y deja de hablar. Su exposición, lo que quiere decir, el lazo que pretendía con el público, con su pareja, etcétera entra en cortocircuito, se altera, se suspende y para evitar el encuentro con lo diferente lo interrumpe, se ahoga.
En definitiva, el ahogo viene en auxilio al lugar de lo quiere evitar decir o hacer y como consecuencia, convoca a un otro para que hable por él/ella. ¿De qué?