Resistir es engrosar y confirmar la forma de creer y crear un otro poderoso con la posibilidad de hacer y deshacer a su antojo la vida de los demás, que corrientemente esconde y evita la pregunta por las propias miserias e impotencias de quien las profiere. Se culpa al otro creado de todos los males, no pudiendo o directamente negando la responsabilidad de su propia situación. Claramente quién opera de esta forma elude poner en juego a su deseo, obturando esta posibilidad con la presencia del otro omnímodo que no le permite su acceso. Reclama al otro que le de lo que supuestamente es su derecho, sin considerar que el otro, por el solo hecho de existir por y para él, hace justamente lo contrario de lo que declama, precisamente con motivo de su creación.
Crear a otro no hace más que postergar y delegar lo que va de suyo resistiendo.
Es esa persona que hace responsable de todos sus temores, fracasos, frustraciones, desilusiones al otro sin pensar que el otro está allí porque lo necesita para hacerlo responsable de todos sus temores, fracasos, frustraciones, desilusiones…
Ejemplos sobran. Y a veces tan sutiles. En forma particular se oye decir: “El/Ella me dijo que lo haga”, “me la paso cumpliendo órdenes”, “me lo pidieron por eso te lo pido”, ¿y qué querés que haga?, “otra no me queda”, “sino lo hago yo, quién más lo haría?”, “todos me piden un favor y yo no pido nada”, “todo me pasa a mí”, “nadie me da una mano”, “no tengo tiempo de nada”, “con el -jefe-padre, madre, esposa, esposo, etc- que tengo como no querés que sufra”, “siempre termino igual” y tantos otros hasta el más irresponsable de todos: “decime que hago” y a nivel general: “tal o cual gobierno es una dictadura”, “es imposible vivir así”, “ya no hay lugar para mí en este contexto”, “si viviera en otro lado sería diferente” y la más interesante de todas: “si yo estuviera en ese lugar –leáse de poder, o del otro-haría las cosas diferentes”. Lugar que jamás va a ocupar, produciendo una eterna espera. Mientras tanto protestan, se quejan, insultan, reclaman, odian, lloran, padecen y sufren. Sufren de su elección, de su condición, de su modo de satisfacción.
Al mismo tiempo, están los que se aprovechan de esta posición y disposición. Delimitemos un poco esa idea.
La intención de la resistencia alberga la posibilidad que el lugar que ocupa ese otro hoy sea destituido, sin embargo ese lugar termina siendo ocupado por otro en el futuro. Es decir, bajo la promesa de libertad al oprimido promueven que ese otro creado sea removido por otro que les permita otras cosas omitiendo indicar la arbitrariedad de dicho cambio. No es un cambio de posición. Nada más alejado. Es solo un cambio de amo.
Es llamativo que los autodenominados resistentes no se den cuenta de esa posición que no es más que la de esclavos aunque suene un tanto fuerte. Esclavos de su creación a la que le endilgan entonces toda clase de infortunios sufridos.
Tanta fe y tanto afecto le tienen a su creación que harían cualquier cosa por sostenerlo. Lo curioso que no necesariamente la creación coincide con el personaje asignado y es entonces cuando surge el fundamentalismo, la necesidad de hacerlo coincidir como sea, estableciendo argumentos inverosímiles y muchas veces disparatados. Una vez creado, el personaje que ocupa ese lugar debe asimilarse a los creadores y es donde se observa ese proceso de masas donde el supuesto líder logra ubicarse.
Será una interesante tarea que cada uno considere a ese otro su creación y porque lo han creado y a quien le han asignado ese lugar, que claro está, puede ocupar cualquiera.
Podrían empezar por tomar la frase que da título a una película de Almódovar
…¿”Que hice yo para merecer esto”?