“Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón de por qué son lo que son. No es tan sólo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así y algunas veces es imposible cambiarlos” Sigmund Freud (1856-1939).
La identificación se remonta a aquello más primitivo de la constitución del sujeto. En sus primeros años de vida se ve en el espejo y no se reconoce hasta que un otro, el padre, la madre o alguien significativo le señala que esa imagen es él. En ese preciso momento la imagen que le muestra el espejo es un otro. Tiene que apropiarse de ella. Pueden observar a muchos niños cuando se miran al espejo, señalarse, reírse o si ya pueden hablar, decir «el nene» o su nombre. Es a la imagen que el niño le atribuye el «soy yo», es un segundo tiempo en la constitución del sujeto. El Yo es la imagen reflejada en el espejo.
Esa imagen se va llenando de sentidos que el sujeto captura para sí de forma inconsciente y consciente, de lo que ve, de lo que escucha, de rasgos de personas, conductas, palabras, expresiones, actitudes, gestos, de identificaciones sociales, familiares, modas, de lo que esperan que sea, o lo que el mismo sujeto espera de sí. De tal forma, el “Yo” es una construcción de diversas identificaciones a lo largo de su vida.
En definitiva, el Yo es una creación imaginaria, un semblante que permite circular en la vida con cierta fijeza. Es una construcción que las personas dan como verdadera, cierta y concreta, de ahí que les cueste tanto cambiar las presentaciones “Yo soy así” que se dan para otros y para sí mismos en diferentes circunstancias.
“Soy hija de padres separados, para mi las relaciones no duran”, “No voy a hacer como mi viejo, él no lo hubiese intentado”, “Mi viejo me decía: ¡Esa mujer no es para vos! Unos años después descubrí que no me gustan las mujeres, al fin y al cabo mi viejo tenía razón”, “Tengo la presión alta como mi abuelo”, “Siempre me costaron las matemáticas, a mi hermana también”, “Todas las mujeres de mi familia tuvieron cáncer a los 50 años, tengo miedo de que también me pase”, “¡No te enamores de cualquiera! decía mi abuela y nunca me enamoré”, “Mi viejo era alcohólico y yo no pruebo una gota de alcohol”. Son identificaciones que hacen las veces de sostén del Yo y que al mismo tiempo rellenan de sentidos que determinan al sujeto… si no se pregunta por ellas.
– “Yo soy así”
– ¿Cómo?