La medida para hacer las cosas es el tiempo, no el sujeto. Hacer un corte, espaciar, ordenar, organizar no están dentro de sus competencias. ¿Por qué? No será cuestión de voluntad o decisión, muy por el contrario, algo la comanda y decide por ella.
En la queja hay una verdad del sujeto que desconoce, que él mismo no puede escuchar. Una posible lectura es que “No se hace tiempo para ella”, lo utiliza para decirle a otro que no lo tiene, ¿Cómo puede ser que tiene tiempo para decirle a alguien que no lo tiene? Es un modo de crear lazo con el otro a través de la queja, ¿Intentará acaso que sea otro quien responda en su lugar?
Otra posible lectura: “Hace tiempo, se entretiene”. Este modo resulta efectivo para dilatar un encuentro con su deseo, una decisión, un lugar que no se anima a asumir, una elección, entre otros. En definitiva, se posterga. Lo que distancia al sujeto de su deseo es el tiempo.
Cuando el malestar se vuelca hacia el exterior, el sujeto lo considera ajeno, algo que escapa a su control. No es dueño de sus actos, sino esclavo del “Amo tiempo”. En este caso, la responsabilidad la ubica en el tiempo, que adquiere la categoría de animado, de una entidad con sus propias reglas que demanda al sujeto a hacer a su manera.
Antes o después, ayer, hoy o mañana, la unidad de medida quién la determina, ¿el tiempo o el sujeto?