“Ni sí ni no, ni blanco ni negro”. Un juego de cobardes

Muchos de ustedes recordarán ese juego donde estaba prohibido el uso de estas palabras para responder a ciertas consignas.

Con reglas tan precisas era necesario apelar a la creatividad y la inventiva para poder jugar y ganar. Cualquier uso de lo “prohibido” dejaba al jugador fuera de juego.

Para algunos es más que un juego de niños. Se sostiene aún en su vida adulta.

¿De qué forma?

Tomemos por ejemplo las personas “NI”. Se habrán encontrado con aquellos que en más de una ocasión no afirman ni niegan nada. Sus respuestas suelen ser vacilantes, confusas. “Ya nos vamos a ver”, “en algún momento vamos a coincidir”, “te lo cuento la próxima”, “no sé qué decirte”, “¿por qué me lo preguntas a mí?”. 

Algo de su (in)decisión se desliza, queda en suspenso para terminar por no decir nada dejando un vacío que sólo se llena con una interpretación que debe hacer quien lo escucha. 

Algunas de las posibles interpretaciones que surgen en respuesta a esa nada son “seguro me está diciendo esto porque quiere salir la próxima semana”, “ya nos cruzaremos en el trabajo, debe estar esperando ese momento”, “es reservado”, “no quiere hacerme sentir mal”, “tendría que saberlo yo”.

Cuando se los convoca suelen escabullirse. 

El cobarde desenfunda sus recursos dialécticos, en los cuales dispara al otro una evasiva. Nos deja en un estado de zozobra, y hasta enigmático. ¿Qué quiere? 

Ahora bien, para jugar este juego, al menos es necesario dos jugadores.

Mientras que el jugador 1 evade, el jugador 2 interpreta y fantasea sobre las posibles respuestas que daría el cobarde. 

¿Qué elige un cobarde?

El cobarde elige su miedo. Miedo al compromiso, a ser nombrado por el otro, a hablar y ser escuchado, a tener un lugar, a hablar de lo que quiere.

Resulta curioso que a veces el cobarde no se sabe cobarde y siente la pregunta de los demás como un ataque y pretende defenderse… con evasivas. 

Se corre de la escena que lo convoca. En ninguna se queda demasiado tiempo. No soporta el encuentro ni lo lleva a cabo.

En definitiva, nada de su deseo está puesto en juego y quienes se enganchan con él, a la espera de una respuesta que nunca sucede, terminan por suspender y postergar también su deseo.

En un juego de cobardes, ¿Quién gana?

En un análisis, hablar ya es un acto de valentía, incluso si lo hiciera sobre sus cobardías. 

 

¿Desea salir del juego?

SI / NO

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