¿Cuáles son los motivos que llevan a una persona a realizar una consulta a un psicoanalista?
Un individuo que se pregunta es un sujeto
Hay momentos en la vida donde el malestar, el hastío, la queja, la angustia empiezan a ocupar un lugar demasiado notable. Es donde surge la pregunta sobre qué estamos haciendo y cómo lo estamos llevando a cabo. Y a veces sucede que todas las respuestas conocidas ya fueron ensayadas y no apaciguan ese malestar.
La historia de nuestras vidas se construye mediante una sucesión de imágenes, hechos y acontecimientos que recortamos y unimos de una manera particular de modo de construir un sentido en un relato con el cual nos presentamos.
Relato que se transmite en palabras.
Ese modo no es casual ni aleatorio. Tampoco lo es la elección.
Sin embargo, es posible que no sepamos cómo arribamos a esta historia que nos cuenta y qué rol jugamos en ella.
Le creemos a nuestra historia, la consideramos cierta y verdadera. Esa es nuestra consistencia, pertenencia, identidad.
¿Qué fue lo que nos demandó que escogiésemos ese relato, esas palabras y no otras?
Hay algo de otro orden del cuál no se tiene idea que comanda nuestras acciones.
Reconocer que hay un saber, otra cosa que no sabemos que existe y que funciona determinando lo que hacemos, pensamos, y establecemos como una respuesta.
Sin embargo hay gente que pregunta todo el tiempo. De hecho están todos esos de hágalo usted mismo, de divulgación o libros de autoayuda, como hacer esto o aquello. Solo que esas preguntas, claro está, están determinadas por su perspectiva. Son preguntas a otro, demandas de verdad que no necesariamente son sus preguntas.
Una cosa es preguntar sobre algún tópico en particular. El cómo o el por qué o hacer tal o cual cosa, etcétera. La pregunta de la cual hablamos es aquella que el sujeto esquiva, elude en su impulso de negarla y es aquélla que lo interroga sobre cómo o de qué forma está parado, sobre su posición, sobre su lugar en el discurso, sobre su deseo.
De lo que estamos hablando es la idea de sujeto y predicado.
Hay quien solo predica y cree saber de lo que está predicando, si bien nunca se ha puesto a reflexionar cómo arribó a esos considerandos. Habrán escuchado a muchos decir “yo soy así”, “¿qué querés que haga?” o los que anuncian “tengo que cambiar”, “mañana empiezo una nueva vida”, etcétera.
Esto en sí mismo no tiene nada de malo, es que solo habla del predicado. Nada del sujeto. Nuevamente insiste sobre sus metas, partiendo del mismo lugar en el que ha hecho las cosas casi siempre con el mismo resultado.
Las personas que consultan lo hacen atravesados por diversas modalidades, padecimientos y circunstancias precisamente para dar forma a una demanda de tratamiento.
Nuestra propuesta es llegar a esa pregunta incontestable, inconfesable. Aquella de la que aún no tenemos ninguna idea.
La que incluso pregunta y cuestiona lo que el sujeto no se pregunta.
Es más que nada dar lugar a ese enigma que constituye un saber sobre nosotros del que no sabemos nada.