Hoy les propongo abrir a un tema que en apariencia es sutil y que muchos pasan por alto. Se trata de la microviolencia. De frases y comentarios como por ejemplo: «lo estás haciendo mal, vos no sabés», «¿qué estás pensando ahora?», «¿ya te enojaste?», «siempre te pones así cuando te hablo», entre otras.
Son aquellas frases que muchas veces desatan la furia y el enojo de quien las escucha. Tienen una particularidad, el que las enuncia se dirige a un otro desde un lugar de saber, al estilo «te lo digo porque yo sé, vos no sabés nada».
La persona que habla pretende demostrar que es ella quien sabe más que el otro, incluso sabe cómo se siente, que le conviene hacer y que no a la otra persona.
Puede adoptar la forma de una queja o crítica.
Quien habla hace un juicio de valor. Señala una asimetría: «esta persona no sabe o no está capacitada como lo estoy yo». Supone que el otro se encuentra en una situación de inferioridad, se toma como modelo a sí mismo y degrada con el comentario.
Lo complicado radica en si quien lo escucha le cree al que habla. Es así que puede experimentar sentimientos de incertidumbre, duda, angustia. «¿Será que esto que dice sobre mí es verdad?», «¡claro!, Soy un/a tonto/a». Puede sentirse expuesta, vulnerable y puede terminar respondiendo con la confrontación si lo siente como un ataque.
Recordemos que para vincularnos siempre elegimos a lo que fuimos, a lo que creemos que somos o a quienes quisiéramos ser o parecernos. Es decir, elegimos a otros por identificación. Puede ser identificación a un rasgo, «habla como mi hermana», «se ríe como mi mamá», «piensa como yo», «le gusta hacer las mismas cosas que a mí», «es re estudioso como mi papá».
Esta identificación produce un eclipse mental. Pensemos lo siguiente, si se trata de alguien que yo elijo, ¿cómo me va a decir algo que me haga daño? El otro es una extensión de mí, es un reflejo. Es por este motivo -el amor- que se dificulta aún más poder pesquisar cuándo el otro ejerce una microviolencia.
Si consideras que te están sucediendo algunas de estas cosas, te invito a preguntarte:
¿En qué momento te ocurre?
¿Con quién?
¿Cómo te hace sentir?, ¿Dudaste de vos y/o de tu forma de pensar?
¿Alguna otra persona que lo escuchó también te lo hizo notar?
Ante alguna de estas situaciones, recordá que no estás solo/a. Te acompañamos a reflexionar y analizar estos temas.
Saludos