«Me paso todo el día pensando»

Cada uno tiene sus modos de controlar sus impulsos y para hacerlo utiliza los recursos de la repetición, la pausa y la espera. Entre lo que intenta hacer, entre el objetivo que se propone y el lugar en que se encuentra produce un espacio. En algunos casos extremos esa distancia nunca se reduce e incluso si por alguna razón se acercara o tuviera que tomar una decisión la abandona o la reemplaza por otra repitiendo este mecanismo.

En general estos modos son característicos en personas que conviven con la sensación de alguna falta de garantía con respecto a las consecuencias de sus decisiones y con un futuro siempre enigmático. Se reservan de elegir o bien eligen no elegir. 

Si bien en apariencia no hacen nada lo que subyace es su impulso a hacer y se  inhiben de la acción repitiéndola una y otra vez… en su fantasía, imaginando que sucedería. Lo solidario con esta postura es quererlo todo y por eso no eligen nada, porque claro está no lo pueden hacer.

Pensar todo el tiempo es privilegiar el pensamiento y poner un dique, una contención a la acción. 

Recordemos que la inhibición es uno de los modos de desviar la atención de la meta.

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