Sobre la emergencia de un sujeto
El valor de un corte, su eficacia, se puede apreciar por el resultado, por las consecuencias.
El corte analítico inaugura lo posible creando una alternativa al sentido que trae el paciente que hasta ese momento le era desconocida.
Produce una discontinuidad en el discurso del paciente pero no introduce nuevos significantes.
El analista escucha, toma sus palabras, y con su puntuación, con su pregunta y el corte va más allá del orden que el paciente les da.
El sujeto está “preso” de su sentido
El paciente viene a sesión contando una historia, una película que tiene varias escenas que concatena con un sentido que le es propio. Encadena y enlaza esas escenas y los hechos significativos con un propósito, con una intencionalidad que desconoce que es necesario develar, al menos en los inicios de un análisis. Este modo está atravesado por infinidad de situaciones, por todas aquellas personas con las cuales tuvo relación y quedó identificado, por aquellos lugares donde vivió, por los amores y disgustos, por el placer y el malestar, por sus elecciones libres y forzadas, por sus decisiones, por aquellos incidentes y accidentes que dejaron una marca y a la cual le reserva un lugar destacado y fijado.
Ese sentido está ordenado de una forma particular. Hace de ese orden su discurso. Encontrar ese orden y quién lo ordena es el trabajo de análisis que resulta para decirlo brevemente en recorrer el pasaje por “el discurso que lo trae” (demanda) a “un discurso posible que emerge” (deseo).
Resulta en un cambio en su posición subjetiva. Cambio que se refleja al pasar del lugar que ocupa el sujeto en el discurso y lograr encontrarse con otra mirada, la suya, sobre su película, otra perspectiva.
El analista intenta en medio de ese entramado establecer enlaces de sentido de los cuales carece el sujeto y por ello los padece. La restitución de este enlace resulta crucial en aquellas presentaciones en que un sinsentido tiene apresado al sujeto.
No se trata sólo de corte, sino de cortes y enlaces, de puentes de sentido.
Esos primeros pasos en un análisis pueden resumirse considerando que los hechos, las personas, y el sujeto siguen estando, por supuesto, solo que mediante el trabajo en análisis cambia la composición de la escena y el cómo se arma, cómo se la cuenta.
La emergencia del sin-sentido
El sujeto ¿Qué nos cuenta?
Viene a decirnos Quién es… “Yo soy” y a ese “yo” le agrega “soy tal o cual cosa y hago esto y aquello” y “me pasó lo que te estoy contando y no se que hacer con eso“ Por eso consulta.
Habla un Yo. Que a veces cree saber lo que le pasa, a veces no. Ese saber lo cuenta y es con la puntuación, la pregunta y el corte que emerge un nuevo saber, un primer saber. Se lo atribuye al analista. “Vos sabrás qué hacer con esto que digo”.
Comienza un interesante trabajo que es ahora recorrer ese pasaje que va de la atribución de saber a un otro -el analista- a atribuir ese saber a su inconsciente. Es decir, algo habla por el sujeto y no lo sabe, algo lo ordena, lo comanda, lo domina, le exige y descubre que no está bajo su control. Lo hace hacer cosas que no quiere, soñar, tener pesadillas, y lo obliga a reprimir, a justificarse, a explicar acciones que considera impropias o ajenas.
El corte resulta necesario para detener el bla bla, para sacarlo del sentido coagulado, para vaciar “el eterno retorno de lo mismo”, para cortar la escena y producir otra (a modo de un montajista de cine), para no completar, justificar o explicar lo que se dijo.
Corte para interrumpir la continuidad del discurso del paciente para que emerja el sujeto del deseo.
El corte produce la sesión analítica.
En definitiva el corte libera.
Osea que el corte pone fin al análisis?
Si sigo atrapada en el discurso, estoy intentando entender cómo salir de el
El corte pone fin a cierto discurso que te tiene sujetada para que surja otro que otro que puedas crear. En general cuando en análisis venís hablando sobre un tema el corte genera el trabajo de pensar otras opciones y no seguir hablando de lo mismo.