El saber tiene un lugar privilegiado. Un saber que se acumula, ordena y clasifica. Es un saber que ocupa un lugar, recopilatorio, enciclopédico, memorioso, histórico y un registro minucioso del procedimiento. El sujeto sabe lo que tiene en la biblioteca.
Algo lo ordena de este modo -en la búsqueda compulsiva por el saber- que está por fuera de su dominio. El sujeto obsesivo desconoce en qué se sostiene su hacer y porqué hace lo que hace, y porqué eso se instala como necesario e insiste en repetirlo. Es un saber que debe saber. El contenido del saber puede variar, no es lo más relevante, pero tiene el deber de saber más, la forma de buscarlo se perpetúa en el tiempo.
¿De qué se trata el saber entonces? ¡De no saber nada!
Algo lo impulsa en esa búsqueda apasionada por el saber y es la posición que tiene respecto a su inconsciente, la cual desconoce. Todo lo que sabe y acumula lo distancia de su pregunta inconsciente por el deseo. De ese saber no quiere saber nada.
¿Cuál será el propósito de este modo? Ponerse a resguardo de la angustia que le produce el enigma de no saber de qué se trata su deseo.
Es la pasión por la ignorancia de su deseo.
Ese modo de saber es un continuo de acumulación para ser un ignorante, no para dejar de serlo. El sujeto no se permite acceder a su lugar ignorado, enigmático. Construye el edificio del saber: la “biblioteca”, sobre ese lugar vacío, ese enigma, su deseo.
Teme encontrarse con “la nada” detrás del saber que es “el todo”. Creó “la nada” y “el todo” para no formular la pregunta por su deseo.
¿Qué orden quiere ordenar para ordenarse en un orden que ha creado?