Adicciones, ¿Para qué?

Es una tendencia en quienes eligen las adicciones la obtención de una satisfacción inmediata y sin intermediarios.  

Las preguntas por “¿Qué estoy haciendo?”, “¿Quién soy?”, “¿Qué quiero hacer?” se intentan evitar con el consumo y tendrán un efecto directo sobre su realidad y el modo en que habita el mundo.  Ese efecto inicialmente es evadirse de su responsabilidad, su historia, sus proyectos.  El sujeto queda siempre en un presente en suspenso, indeterminado.

El consumo se precipita en el lugar de la respuesta. Una respuesta que inicialmente surge como provisoria se le termina imponiendo al sujeto en el orden de lo necesario, de lo compulsivo. Eso que se le impone lo comanda y se transforma en algo ajeno cuando fue lo más propio de él. “No sé qué hacer con esto que tengo” y eso que tiene fue su elección.

La adicción es un recurso que pasa a tener un lugar privilegiado para el sujeto, termina formando un vínculo estrecho con ella y al mismo tiempo lo termina nombrando, deja de ser un sujeto anónimo para ser “un adicto” y produce el cierre a la pregunta de “¿Quién soy?”, “Soy un adicto”.

¿Si esa respuesta no viniera a ese lugar que podría suceder?

Ese lugar quedaría vacío, disponible. Apresurar la respuesta es obturar el lugar de la pregunta por el deseo.

Atravesar la experiencia analítica le permitirá al sujeto desplegar y sostener la pregunta y los efectos que ella produzca.

Hablar por lo pronto es una apertura entre el “Soy…” y el sujeto.

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